domingo, 28 de noviembre de 2010

Corinne

Introducción.

El tren fue mi primer medio de trasporte. El 17 de Noviembre de 1979. Las 8 horas se me pasaron volando charlando con mi tía Leonor.

Charlamos de temas diversos sobre mi futuro en Barcelona, pero también de mis primos Julián y Jean que se quedarían con mi abuela Juliette. Como eran muy pequeños, estaban mejor con ella que con su padre.

Salimos de la estación en París a las 11 de la mañana. A las 2 del mediodía comimos unas baguettes que preparé antes de salir de casa, para las dos.

Hasta las 7 de la tarde, dormimos un par de siestas, ya que nos fatigamos ambas, bastante.

Mi tía, llevaba un vestido azul marino estampado, y un gorro de lana. Llamaba bastante la atención en el tren. Pero yo aún más. Vestía unos pantalones vaqueros rotos por la rodilla, unas medias rojas, unas botas, una larga chaqueta beige y un jersey debajo.

  • Querida Corinne – me dijo mi tía. - Te miran. Tápate más con esa chaqueta.

  • A mí me da igual, tía. A mi me encanta. Pero si usted lo dice...

Con mi tía me mostraba muy educada y sumisa, pues ella era la mejor persona que conocí hasta ese momento.

Su marido, el hermano de mi padre, murió junto a este en la guerra. Ella cuidó de mi viuda madre, hasta que de tristeza, murió, dejandome con seis años a la tutela de mi tía. Años después, mi tía conoció a un hombre cuando fuimos a vivir una temporada a Lyon. Puso una verdulería, y André venía cada día a comprar. Se enamoraron y...la dejó embarazada de los mellizos. Pero a los nueve meses desapareció sin dejar pistar.


Mi tía no soltó una lágrima por André, pero yo supe que por dentro se desgarraba.

Total, que después de varias mudanzas, decidió dejarme marchar a donde yo quisiera. Y decidió que mi futuro estaba en Barcelona.

Toda mi familia venía de allí. Y todavía quedaban. Otra hermana de mi padre, Andrea, tenía un piso en Carrer de Saragossa, donde vivía con su marido Ramón, pescadero sevillano.


Y allí llegamos. En la estación de París, que así se llamaba, estaban los dos esperándonos.

  • ¡Corinne! Sobrina, que grande que estás – Andrea nunca me había visto, pero tenía que hacer el papel.

  • Gracias, tía. Gracias también por venir a recibirnos a mi abuela y a mí.

  • Que bien habla esta niña el castellano, ¡y que educada! - dijo Ramón alegremente. Me sonrojé.

Montamos en el coche de mis tíos. Tardamos bastante tiempo en llegar al piso. Mientras, Andrea me cuestionaba mi gusto con respecto a mi pelo bastante corto para una chica de 16 años. Mi argumento de defensa fue que era una chica muy calurosa, aunque fuera mentira.

La verdadera razon es que el pelo largo me parecía ridículo. Las chicas creían que eso era más femenino, pero siempre se te caía el pelo y era bastante molesto.

Esa noche, cenamos tortilla. Después, me fui a la cama con el pretexto de mi agotamiento.

Mi habitación era el cuarto de la plancha. Dormí, bueno, mas bien estuve tumbada en un diván plegable.

Estaba nerviosa por el día siguiente. Mi tía Leonor volvería a París, y ella se tendría que quedar en Barcelona con Andrea y Ramón, que era como estar sola, porque no se parecían nada a mí.

Quien sabría lo que me depararía en Barcelona. Solo, que Dios me diera buena suerte.

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